EL DÍA VIERNES 3 DE AGOSTO DE 1821. SAN
MARTÍN POR DECRETO SUYO, ASUMIÓ OFICIALMENTE EL MANDO POLÍTICO Y MILITAR
DE LOS DEPARTAMENTOS LIBRES Y EL TÍTULO DE PROTECTOR, HITO FUNDAMENTAL
QUE SEÑALÓ EL NACIMIENTO DEL ESTADO PERUANO. SAN MARTÍN PASA A DECLARAR QUE
QUEDAN REUNIDOS EN ESE DÍA EN SU PERSONA. EL MANDO SUPREMO POLÍTICO Y
MILITAR DE LOS DEPARTAMENTOS LIBRES DEL PERÚ, BAJO EL TÍTULO DE PROTECTOR; QUE
EL MINISTERIO DE ESTADO Y DE RELACIONES EXTERIORES ESTARÁ A CARGO DE DON JUAN
GARCÍA DEL RÍO, QUE EL MINISTRO DE GUERRA Y MARINA LO SERÁ EL TENIENTE CORONEL
DON BERNARDO MONTEAGUDO, AUDITOR DE GUERRA YA EN EL EJÉRCITO, Y EL DE HACIENDA,
EL DOCTOR DON HIPÓLITO UNÁNUE, QUE HABÍA SIDO SECRETARIO DEL DESPACHO EN EL
GOBIERNO COLONIAL.
SAN MARTÍN COMO PROTECTOR DEL PERÚ LE DICE AL PUEBLO PERUANO: PRIMERO ES ASEGURAR LA INDEPENDENCIA; DESPUÉS SE PENSARÁ EN ESTABLECER LA LIBERTAD SÓLIDAMENTE. LA RIGUROSIDAD CON QUE HE CUMPLIDO MI PALABRA EN EL CURSO DE MI VIDA PÚBLICA, ME DA DERECHO A SER CREÍDO. YO LO PROMETO SOLEMNEMENTE A LOS PUEBLOS DEL PERÚ QUE EN EL MOMENTO MISMO EN QUE SEA LIBRE SU TERRITORIO, HARÉ DIMISIÓN DEL MANDO. (1)
SAN
MARTÍN PROTECTOR DEL PERÚ 200 AÑOS DE SU PRIMER MENSAJE AL PUEBLO PERUANO
Casi inmediatamente después de tomar posesión de Lima, San Martín ofició al Ayuntamiento de la ciudad pidiéndole la convocatoria de una “Junta General de Vecinos Honrados” para que expresaran si la opinión general estaba o no decidida por la independencia. Esta Junta se reunió cinco días después de su entrada a la ciudad, el 15 de julio, y firmó el acta inicial de la declaratoria de la independencia del Perú.
La
proclamación ante el pueblo y el juramento de la independencia se hizo con gran
pompa el 28 de julio, con la presencia de San Martín, altas autoridades civiles
y los jefes militares.
Pocos
días más tarde San Martín adoptó una resolución de suma trascendencia que
después ha servido de blanco para las diatribas contra su actuación. Por
decreto proclamóse a sí mismo, Protector del Perú, bajo cuyo título resumía en
sí el mando supremo político y militar
de los Departamentos libres del Perú. (2)
San Martín expide su primer mensaje al
pueblo peruano, en el que dice que una buena
parte de su empresa libertadora s e ha cumplido, pero la obra
quedaría incompleta – añade – y mi corazón poco satisfecho si yo no afianzase
para siempre la seguridad y la prosperidad futura de los habitantes de esta
región. Sigue diciendo que desde que desembarcó en Pisco anunció que por el
imperio de las circunstancias se hallaba revestido de suprema autoridad y que
era responsable a la patria del ejercicio de ella. No han variado aquellas
circunstancias puesto que aún hay en el Perú enemigos exteriores que combatir y
por consiguiente, es de necesidad que continúen reasumidos en mí el mando
político y militar.
Continua diciendo que 10 años de revolución en
Venezuela, Cundinamarca, Chile y Provincias Unidas del Río de la Plata, le han
hecho conocer los males que ha ocasionado la convocatoria intempestiva de
congresos cuando aún subsistían enemigos en aquellos países: primero es
asegurar la independencia, después se pensará en establecer la libertad
sólidamente.
La religiosidad con que he cumplido mi palabra en el
curso de mi vida pública me da derecho a ser creído, yo la comprometo
ofreciendo solemnemente a los pueblos del Perú que en el momento mismo en que
sea libre su territorio, haré dimisión del mando para hacer lugar al gobierno
que ellos tengan a bien elegir. La franqueza con que hablo, debe servir como un
nuevo garante de la sinceridad de mi intención. Yo pudiera haber dispuesto que
electores nombrados por los ciudadanos de los departamentos libres designasen
la persona que había de gobernar hasta la reunión de los representantes de la
nación peruana; más como una parte, la simultánea y repetida invitación de gran
número de personas de elevado carácter y decidido influjo en esta capital para
que presidiese a la administración del estado me aseguraba un nombramiento
popular, y por otras había obtenido ya el asentimiento de los pueblos que
estaban bajo la protección del Ejército Libertador, he juzgado más decoroso y
conveniente el seguir esta conducta franca y leal que debe tranquilizar a los
ciudadanos celosos de su libertad.
Cuando tenga la satisfacción- dice para terminar – de
renunciar al mando, y dar cuenta de mis operaciones a los representantes del
pueblo, estoy cierto que no encontrarán en la época de mi administración
aquellos rasgos de venalidad, despotismo y corrupción que han caracterizado a
los agentes del gobierno español en América. Administrar recta justicia y
a todos, recompensando la virtud y el patriotismo y castigando el vicio y la
sedición en donde quiera que se encuentre, tal es la norma que reglará mis
acciones mientras esté colocando a la cabeza de esta nación.
A continuación San Martín pasa a declarar que quedan
reunidos en ese día en su persona. El mando supremo, político y militar de los
departamentos libres del Perú, bajo el título de PROTECTOR; que el ministerio
de Estado y de Relaciones Exteriores estará a cargo de don Juan García del Río,
que el Ministro de Guerra y Marina lo será el teniente coronel don Bernardo
Monteagudo, auditor de guerra ya en el ejército, y el de Hacienda, el doctor
don Hipólito Unánue, que había sido secretario del despacho en el gobierno
colonial. (3)
De la época en que San Martín desempeñó su cargo de
Protector del Perú conservamos documentos muy valiosos para conocer las
concepciones políticas del Gran Jefe, como el que citamos a continuación en el
que expresa sus ideas sobre la necesidad de dosificar la libertad:
La obra difícil y que debe ser valiente, firme y con
circunspección emprendida, es corregir la idea confusa que el gobierno anterior
había dejado impresa en la mente de la actual generación. No ha de suponerse,
sin embargo, que esta dificultad consista tanto en la falta de conocimiento de
los medios adecuados con que se ha de conseguir el fin, como en la peligrosa
precipitación con que los gobiernos nuevos reforman los abusos que encuentran
establecidos. Empezando con la libertad, el más ardiente de nuestros deseos, que
debe otorgarse con sobriedad para que los sacrificios hechos con el propósito
de ganarla no resulten inútiles.
Todo pueblo civilizado está en estado de ser libre;
pero el grado de libertad que en un país goce, debe estar en proporción exacta
al grado de su civilización; si el primero excede al último, no hay poder para
salvarlo de la anarquía; y si sucede lo contrario, que al grado de civilización
vaya más allá del monto de libertad que el pueblo posea, se sigue la
opresión. Si a toda Europa se le otorgase la libertad de Inglaterra, la mayor
parte de ella presentaría un caos de completa anarquía; y si en vez de su
constitución actual los ingleses hubieran de sujetarse a la Carta de Luis XVIII
se consideraría esclavizados.
Es razonable que los gobiernos de Sud América sean
libres; pero es necesario también que lo sean en la proporción establecida; el
mayor triunfo de nuestros enemigos sería vernos alejar de esta medida.
En todas las ramas del bienestar público, aun en la
economía doméstica, son necesarias grandes reformas: Puede decirse, en general,
sin riesgo de equivocarse, aunque la expresión parezca prejuicio, que es
esencial despojar a nuestras instituciones y costumbres de todo lo que sea
español. Hacer estas reformas exabrupto y sin discreta reflexión, sería también
un error español en que las Cortes, en este momento (1821), han incurrido, por
cambiar precipitadamente el estado político y religiosos de la península. Por
otro lado, nosotros debemos evitar el error de caer en tales equivocaciones e introducir
gradualmente las mejoras que el país esté preparando para recibir y para las
que el pueblo está tan bien adaptado por su docilidad y la tendencia hacia el
progreso que marca su carácter social.
A fines de 1821, el Libertador firmó el decreto
redactado por Monteagudo que disponía de la inmediata expulsión de los españoles solteros, a quienes se
confiscaba la mitad de sus bienes, extendiéndose meses después a los casados.
Eran unos 400, los más ricos de Lima, antiguos opresores de esclavos
afroamericanos, amantes de los castigos y azotes, los beneficiarios de la opresión y el tributo indígena, los dueños de las minas que consumían miles y
miles de vidas humanas, de hombres, mujeres y niños. Ahora marchaban a pie
hasta el callao, rodeados de guardias, llevándose lo puesto hacia la `<madre
patria>. (4)
Esa
resolución de San Martín la comunico al Gobierno de Chile por la nota
siguiente:
“Excelentísimo
señor Director Supremo de la República de Chile.
…………………………………………………………………………………………………
Destruir para siempre el dominio español en el
Perú y poner a los pueblos en el ejército moderado de sus derechos, es el
objeto esencial de la expedición Libertadora. Mas es necesario purgar esta tierra
de la tiranía, y ocupar a sus hijos en salvar su patria antes que se consagren
a bellas teorías, y que se dé tiempo a los opresores para reparar sus
quebrantos y dilatar la guerra. Tal sería la consecuencia necesaria de la
convocación de asambleas populares o de colegios electorales, si de este origen
hubiese de emanar en las presentes circunstancias el poder central y
reorganizador, porque habiendo gravitado sobre el Perú la fatal educación colonial
del gobierno español no puedo prometerme
aquí diversos efectos de los que por igual principio hemos llorado en otros
pueblos de la América.
Apoyado
en estas razones, en la dilatada experiencia de once años de revolución, en la
dilatada experiencia de once años de revolución, en las reflexiones del decreto
incluso y más que todo en mi propicia conciencia, he
resumido en mi persona la autoridad Suprema del Perú, con el título de
Protector, hasta la reunión de un
Congreso Soberano de todos los pueblos, en cuya
augusta representación depositaré
el mando y me resignaré a residencia.
Entonces no quedará un vacío a los liberales sentimientos de V. E., el mundo culto decidirá, y la posteridad imparcial
hará justicia a mis procedimientos. Entonces, en fin, el heroico pueblo que V.
E. manda recibirá por primero de sus esfuerzos la
gratitud de los peruanos en independencia y libertad.
Ninguna
otra mira que el bien de mis conciudadanos y responder fielmente de la
responsabilidad que he contraído ante V.E. y ante el género humano, ha podido inducirme
a violentar mis propios principios,
porque habría preferido un retiro a la
contracción de nuevos deberes; pero ni V.E. deber ser burlado en sus
deseos por la independencia de este país, ni yo puedo abandonar a la
incertidumbre a millares de americanos que se han comprometido a ayudarme a
libertad su patria y que han hecho ya
todo género de sacrificios, … desde
ahora protesto a V.E. que al bajar de la silla del gobierno del Perú no exigiré
de los pueblos otra recompensa a mis servicios que su fraternidad y unión
sincera con la nación chilena, y una constante resolución de auxiliar a los demás pueblos libres de la América para
que prevalezcan en ellos la libertad y el orden. (5)
Lima, 6 de agosto de 1821.
José
de San Martín
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(1) Cronología de San Martín. C. Galván Moreno, año 1945, página 91
(2) Efemérides Sanmartinianas. Jacinto R. Yaben, Segunda Edición, año 1968, pág. 171, 172
(3) Cronología de San Martín, C. Galván Moreno, pág. 257, 258. Archivo de San Martín, t XI, pág. 443
(4) Felipe Pigna, libro, La Voz del Gran Jefe, Vida y Pensamiento de José de San Martín, 3ª edición, año 2015, pág. 379 y 380.
(5) Cronología de San Martín, C. Galván Moreno, pág. 257, 258. Archivo de San Martín, t XI, pág. 443
(6) Miguel Ángel Bayona Elías. https://miguelangelbayonaelias.blogspot.com/2015/08/san-martin-fue-nombrado-protector-y.html